Las cirugías estéticas para parecerse a las celebridades, protagonizan varias de las visitas al quirófano por parte de hombres y mujeres, pero los resultados jamás suelen ser 100% efectivos y algunos especialistas explican el porqué, incluso dan consejos a la hora de elegir esos “modelos” que incentivan la intervención estética.

Una de las operaciones más comunes en este sentido, es la de la nariz. La forma de la nariz puede verse distorsionada por las estructuras de la pirámide nasal, ya que las mismas cambian a lo largo del crecimiento y del desarrollo del cuerpo o bien, como consecuencia de un traumatismo.

En primer lugar, se debe conocer qué es lo que no le gusta al paciente de su nariz: si la ve muy ancha, con la punta caída, desviada, muy larga, con una giba nasal muy pronunciada, etcétera.

Tener en claro eso es una buena señal ya que indica que el paciente no sólo recurre al cirujano con ansias de parecerse a tal o cual persona.

En este sentido, está en el especialista poder explicar que tal o cual forma de nariz le queda bien a una persona dentro del contexto general de su rostro, lo que conllevaría a que si alguien “quiera esa nariz”, las diferencias serían notables e incluso podría no quedar acorde a las facciones.

Otro riesgo de someterse a cirugías siguiendo esos objetivos, es que los pasos por el quirófano se pueden multiplicar generando la pérdida de naturalidad y la estética.

Lo importante en una rinoplastia, es que el resultado sea natural, que se note lo menos posible el paso por el bisturí. Por ello, se debe tener en cuenta que no existen las personas perfectas pero sí armónicas, por lo que saber qué y cómo hacer algunos retoques es fundamental para no deformar nuestro rostro natural.

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